Rubem Alves: autopresentación
Nací en Boa Esperança, la misma de la Sierra da Boa Esperança, de Lamartine Bobo. La quiebra de mi padre me llevó a Río, ciudad cuya soledad frecuenté, lo que me hizo religioso y amante de la música. Quise ser médico, pianista y teólogo —por admiración hacia Albert Schweitzer. Pasé por un seminario protestante, y pastor en el interior de Minas Gerais, allá en Lavras. Cursé la maestría en Nueva York (1962-1963), y al volver a Brasil, en 1964, tuve que seguir estudiando fuera de Brasil. Escribí A Theology of Human Hope, en el momento exacto en que estaba naciendo la teología de la liberación; Tomorrow’s Child, sobre el triste destino de los dinosaurios y la sobrevivencia de las lagartijas, concluyendo con que los grandes y los fuertes perecerán, mientras los mansos y débiles herederán la tierra: un ejercicio utópico […] Me gusta mucho la música, especialmente Bach y Vivaldi. Para meditar, el canto gregoriano. Lecturas de placer especial: Nietzsche, Kierkegaard, Camus, Lutero, San Agustín. En pintura, especialmente El Bosco y Brueghel. Criado en una tradición calvinista, lucho contra las obsesiones de puntualidad y trabajo, compañeras del insomnio y de las úlceras. Mi experiencia religiosa hipertrofió mi sensibilidad hacia los dogmatismoa, que detesto con odio absoluto […] Encuentro placer especial en cosas muy sencillas, como soltar papalotes y armar rompecabezas. Tengo miedo de morir.
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