jueves, 4 de marzo de 2021

Curso sobre Rubem Alves: programa

 AETE. FACULTAD DE TEOLOGÍA Y RELIGIÓN, LIMA, PERÚ

CURSO DE VERANO 2021: 9 DE MARZO-6 DE ABRIL

LA TEOPOÉTICA DE LA ESPERANZA EN RUBEM ALVES

Mtro. Leopoldo Cervantes-Ortiz


Rubem Azevedo Alves (1933-2014) fue un teólogo y escritor brasileño sui generis porque comenzó explorando los misterios de Dios y terminó encantado por las maravillas de la poesía; porque su estilo envuelve a quien lo lee y no lo suelta; y porque ofrenda sus textos como si impartiera la Eucaristía como ejercicio antropofágico. “Esto es mi cuerpo, esto es mi sangre”: palabras perfectas para expresar lo que sucede al leerlo. Comerlo y beberlo es introducirse a su mundo, allí, adonde reina la belleza. Después de sus inicios en el protestantismo conservador, evolucionó para convertirse en uno de los fundadores de la teología de la liberación en América Latina, para luego derivar hacia una escritura teológica de corte humanista que abarca áreas aparentemente irreconciliables: educación, psicoanálisis, poesía, etcétera. Además de teólogo, Alves fue un pensador, un maestro cuya perspectiva vital consiguió superar todas las formas de dogmatismo mediante la práctica de una reflexión profunda dominada por el culto a la belleza en todas sus manifestaciones. [Sitio recomendado: rubemalves-teopoetica.blogspot.com]

II. Datos del docente

Licenciado (Seminario Presbiteriano de México) y Maestro en Teología (Universidad Bíblica Latinoamericana). Pasante de la Maestría en Letras Latinoamericanas (UNAM), con estudios de Medicina y Letras Hispánicas. Profesor de la Comunidad Teológica de México. Exmiembro de la Comisión de Formación Ecuménica del Consejo Mundial de Iglesia y del consejo editorial del CLAI. Columnista en el portal Protestante Digital y otros medios. Autor de varios libros, entre ellos: Navegación del fuego (poesía, 2003), El salmo fugitivo. Antología de poesía religiosa latinoamericana (2009), Juan Calvino: legado y trascendencia. Una visión antológica a 500 años (2009, 2019), Martín Lutero: legado y trascendencia. Una visión antológica a 500 años (2019), Biblia, cultura y literatura en los 450 años de la Biblia del Oso. Ensayos (2019), Mujeres, dignidad y ministerios. Miradas bíblico-teológicas (2019), De aquí al cielo. Poemas (1983-2020) (en prensa). Sitio personal: lcervantesortiz.academia.edu

III. Temario

1. De la teología fundamentalista a la teología de la liberación

Lectura: “Del paraíso al desierto. Reflexiones autobiográficas” (1974)

2. Corporalidad, sufrimiento y erotismo: líneas dominantes de una nueva teología

Lectura: “La resurrección del cuerpo” (1981)

3. De una teología dogmática a la vivencia de un horizonte lúdico, erótico y poético

Lectura: “Sobre dioses y caquis” (1987)

4. De la ética a la estética: profundización de los énfasis liberadores originales

Lectura: “De teólogo de la liberación a poeta: un llamado para que la iglesia pase de la ética a la estética, de la praxis a la belleza” (1993)

5. Una teopoética desplegada en un discurso libre, liberador y esperanzador

Lectura: “Rubem Alves en sus palabras” (2014)

IV. Bibliografía mínima en español

1.   Religión. ¿opio o instrumento de liberación? [1969] Pról. de José Míguez Bonino. Montevideo, 1970.

2.   Cristianismo: ¿opio o liberación? [1969] Pról. de Harvey Cox. Salamanca, Sígueme, 1973 (Verdad e imagen, 33).

3.   Religión, ¿instrumento de liberación? [1972] Con Gustavo Gutiérrez y Hugo Assmann. Madrid-Barcelona, Marova-Fontanella, 1973 (Nuevas fronteras).

4.   Hijos del mañana. Imaginación, creatividad y renacimiento cultural. [1972] Salamanca, Sígueme, 1976.

5.   El enigma de la religión. [1975] Buenos Aires, La Aurora, 1979.

6.   Dogmatismo y tolerancia. [1982] Bilbao, Mensajero, 2007.

7.   La teología como juego. [1982] Buenos Aires, La Aurora, 1982.

8.   Tempus fugit. [1990] México, Movimiento de Cristianos Comprometidos con las Luchas Populares, 1997.

9.   La alegría de enseñar. [1994] Barcelona, Octaedro, 1996.

10.  Padre nuestro. Meditaciones. [1987] Bogotá, San Pablo, 2007.

11.  Si pudiera vivir mi vida de nuevo. [2004] México, Ediciones Dabar, 2006.

12.  Transparencias de eternidad. [2002] México, Ediciones Dabar, 2006.

13.  Un cielo en una flor silvestre. La belleza en todas las cosas. [2005] México, Ediciones Dabar, 2006.

14.  Un mundo en un grano de arena. El ser humano y su universo. [2002] México, Ediciones Dabar, 2006.

15.  Saborear el infinito. Antología de textos. Sel. de L. Cervantes-Ortiz. México, Centro Basilea de Investigación y Apoyo-Ediciones Dabar, 2008.

16.  Cantos del pájaro encantado. Sobre el nacimiento, la muerte y la resurrección del amor. [2008] México, Ediciones Dabar, 2009.

17.  Cuarto de cachivaches. [2003] Trad. de L. Cervantes-Ortiz. México, Ediciones Dabar, 2009.

 

V. Bibliografía indirecta

1. Cervantes Ortiz, Leopoldo, Series de sueños. La teología lúdico-erótico-poética de Rubem Alves: una alternativa de desarrollo de la teología protestante latinoamericana. Tesis de maestría en Teología. Universidad Bíblica Latinoamericana, San José, Costa Rica, junio de 1998. Disponible en: http//:servicioskoinonia.org/biblioteca. México-Quito, Centro Basilea de Investigación y Apoyo-Consejo Latinoamericano de Iglesias-Lutheran School of Theology at Chicago-Universidad Bíblica Latinoamericana, 2003. Portugués: A teologia de Rubem Alves: poesía, erotismo, brincadeira. Campinas, Papirus, 2005.

2. _____, “La teología poética de Rubem Alves”, en Cuadernos de Teología, Instituto Universitario ISEDET, vol. XXII, octubre de 2003, pp. 201-214.

3. _____, Ecos del futuro. 10 asedios teológico-poéticos a Rubem Alves. México, Casa Unida de Publicaciones, 2018.

4. _____, “Rubem Alves y Gustavo Gutiérrez: 50 años de la teología de la liberación”, en La Jornada Semanal, supl. de La Jornada, núm. 1228, 15 de septiembre de 2018, pp. 8-9, https://issuu.com/lajornadaonline/docs/semanal15092018.

5. Dussel, Enrique, “Rubén Alves (1934-2014): El humanismo mesiánico y el mesianismo humanista”, en La Jornada, 21 de julio de 2014, www.jornada.com.mx/2014/07/21/opinion/020a1pol.

6. Espinosa Arce, Juan Pablo, “Juego y cuerpo: Pistas desde Rubem Alves y La teología como juego en el contexto de pandemia”, en Religión Digital, 20 de julio de 2020, www.religiondigital.org/apasionados_por_el_reino/Juego-Pistas-Rubem-Alves-teologia_7_2251644814.html.

7. Gille, Theodore, “El CMI recuerda la contribución de Rubem Alves al movimiento ecuménico”, en www.oikoumene.org/es/news/the-ecumenical-movement-remembers-rubem-alves-1933-2014, 24 de julio de 2014.

8. Keefe-Perry, L. Callid, “Renewal and nets: Amos Wilder and Rubem Alves”, en Way to water. A Theopoetics primer. Eugene, Cascade Books, 2014, pp. 32-50.

9. Pedroso Mateus, Odaír, “Sobre Moltmann, el Sodepax y los orígenes ecuménicos de la teología de la liberación”, en www.oikoumene.org/es/news/on-moltmann-sodepax-and-the-ecumenical-origins-of-liberation-theology, 8 de enero de 2020.

10. Tamayo, Juan José, “Rubem Alves, el teólogo que escapó del gueto de las iglesias”, en El País, Madrid, 26 de julio de 2014, https://elpais.com/sociedad/2014/07/27/actualidad/1406417217_489051.html.

11. _____, “Rubem Alves, la imaginación hecha carne”, en Teologías del Sur. El giro descolonizador. Madrid, Trotta, 2017, pp. 202-205.

Curso sobre Rubem Alves en AETE, Lima, Perú


 

martes, 20 de agosto de 2019

Leer poco (2011)

De joven, soñaba con tener una gran biblioteca. Y fui así para toda la vida, comprando todos los libros que podía. Tuve que desarrollar métodos para controlar mi voracidad, porque el dinero y el tiempo eran pocos. Iba a la librería, ordenaba todos los libros que quería comprar, y cuando me acercaba al cajero, los ponía en el mostrador y me preguntaba: ¿necesito este libro de inmediato?, ¿tengo otros en casa aún no leídos?, ¿puedo esperar?”. Entonces, tomaba cada uno de ellos y los devolvía a los estantes. A pesar de este método de control, llegué a tener una biblioteca importante, más que suficiente para mis necesidades.

A medida que crecí, noté un cambio en mis preferencias: tenía más placer en la sección de libros de arte. Los libros de ciencias los leemos una vez, lo sabemos, y no necesitamos volver a leer. Con los libros de arte sucede diferente. ¡Cada vez que los abrimos es un nuevo encantamiento! Creo que mi amor por los libros de arte tiene que ver con las experiencias de los niños. Quizás los psicoanalistas interpretan este amor como una manifestación neurótica de regresión. No me molesto.

Porque, a diferencia del psicoanálisis que considera la infancia como un período de inmadurez que debe superarse para que podamos convertirnos en adultos, yo, inspirado por teólogos y poetas, considero la madurez como una enfermedad. Adélia Prado dice bien: "Dios mío, dame cinco años, cúrame de ser grande..." Y no se pienses que es una poeta loca. Peter Berger, un sociólogo inteligente con sentido del humor, definió "madurez", una cualidad tan preciada, como "un estado mental que se asentó, se ajustó al statu quo y abandonó los sueños salvajes de aventura y satisfacción...". Cuando era un niño de cinco años, pasaba horas mirando el libro de mi madre, lleno de imágenes. Recuerdo: uno de ellos era un edificio de diez pisos con la siguiente explicación: "En Estados Unidos hay casas de diez pisos". Y estaba la figura de un cazador de caimanes, y niños esquimales saludando la llegada del sol.

El hecho es que comencé a cambiar mis gustos y llegó un momento en que, mirando esas estanterías llenas de libros, me preguntaba: “Ya soy viejo. ¿Tendré tiempo para leer todos estos libros? ¿Quiero leer todos estos libros? No, ni siquiera tengo tiempo y no quiero. Entonces, ¿por qué salvarlos?". Decidí regalar los libros que no amaba. Entonces me di cuenta de que no se puede hablar de amor por los libros en general. Un hombre que dice amar a todas las mujeres realmente no ama a ninguna. Nunca te enamores. Lo mismo vale para los libros. Así que fui a mis libros con la pregunta: "¿Me amas?" (¿Creen que estoy loco?). Es Roland Barthes quien declara que el texto tiene que demostrar que me quiere. Hay muchos libros que demuestran que me odian. (Otros me ignoran por completo, no quieren nada de mí ...). “¿Querré volver a leerlo?”. Si las respuestas fueron negativas, el libro se dejó de lado para obsequiarlo.

Esta cosa del "amor universal por los libros" me recordó un texto de Nietzsche sobre el filósofo Tales de Mileto, en el que recuerda que "la palabra griega para "sabio" se atribuye etimológicamente a sapio, yo saboreo, sapiens. El catador, Sísifo, el mejor hombre de gusto; una degustación precisa y distintiva, un discernimiento significativo, por lo tanto, [...] constituye el peculiar arte del filósofo [...] La ciencia, sin esta selección, sin este refinamiento del gusto, se apresura a todo lo que es posible saber, en la ciega codicia de querer saber a toda costa; mientras que el pensamiento filosófico siempre está detrás de cosas que vale la pena conocer...". Y luego, en Zaratustra, comenta con ironía: "Mastica y digiere todo, esta es una forma porcina".

El hecho es que se requiere que muchos estudiantes lean de manera porcina, masticando y tragando lo que no quieren. Luego, por supuesto, vomitarán todo. Al pasar esta fase, me puedo permitir leer los libros caninos. Ningún perro agarra la comida. Primero huele. Si la nariz no dice que sí, no lo come. Yo hago lo mismo con los libros. Primer olor que estoy buscando: el olor del escritor. Si no huele a humano, no lo como. Nietzsche olía primero también. Decía que sólo amaba los libros escritos con sangre.

La lectura es un ritual antropofágico. Murilo Mendes sabía esto cuando escribió: "En otra época no era antropófago, es decir, en un momento en que no devoraba libros, ¿y los libros no son hombres, no contienen sustancia, la propia sangre del ser humano?". La antropofagia no se realizó por razones alimenticias. Fue hecha por razones mágicas. Quien come la carne de los sacrificados se apropia de las virtudes que vivieron en su cuerpo. Como en la eucaristía cristiana, que es un ritual antropofágico: "Este pan es mi carne, este vino es mi sangre...". Cada libro es un sacramento. Cada lectura es un ritual mágico. Cualquiera que lea un libro escrito en sangre corre el riesgo de parecerse al escritor.

A mí me sucedió...

(Versión: LC-O)

miércoles, 6 de marzo de 2019

Magia (1983)


Salvador Dalí, La última cena

MAGIA
Rubem Alves

Tempo e Presenca, núm. 183, junio de 1983, pp. 7-8.

Versión: LC-O

Vamos a jugar a la escuela. Es una clase de portugués y la profesora, más moderna, quiere hacer pensar a los niños. Trajo un poema. Quiere hacer pensar a esas cabecitas. Es necesario que las ideas sean claras y distintas. Que se sepa bien lo que se ha leído. Concientización. Y dice: “Mucha atención. Voy a comenzar la lectura”. Y habla, con voz firme, con las sibilancias y las erres arrastradas. Para que los sonidos no engañen a los oídos, que éstos no engañen a la razón, y ésta no engañe al cuerpo.

Na noite lenta e morna, morta noite sem ruído, um menino chora.
O choro atrás da parede, a luz atrás da vidraça
perdem-se na sombra dos passos abafados, das vozes extenuadas.
E no entanto se ouve até o rumo da gota de remédio caindo na colher.
Um menino chora na noite, atrás da parede, atrás da rua, 
longe um menino chora, em outra cidade talvez,
talvez em outro mundo.
E vejo a mão que levanta a colher, enquanto a outra sustenta a cabeça
e vejo o fio oleoso que escorre pelo queixo do menino,
escorre pela rua, escorre pela cidade (um fio apenas).
E não há ninguém mais no mundo a não ser esse menino chorando.

[Carlos Drummond de Andrade (1902-1987), “Menino chorando na noite”]

[En la lenta y tibia noche, la muerta noche sin ruido, un niño llora.
Llanto al otro lado de la pared, tras el vidrio.
Pasos ahogados, voces extenuadas, se pierden en la sombra.
Sin embargo, se escucha hasta el rumor de la gota de medicina al caer en la cuchara.
Un niño llora en la noche, tras la pared, tras la calle,
un niño llora a lo lejos, tal vez en otra ciudad,
en otro mundo tal vez.
Y veo la mano que sostiene la cuchara mientras la otra mano sostiene la cabeza.
Y veo el hilo aceitoso que escurre por el mentón del niño,
escurre por la calle, escurre por la ciudad (apenas un hilo).
Y no hay nadie en el mundo a no ser ese niño llorando.

“Un niño llora en la noche”.

Traducción: José Emilio Pacheco]

Terminó la lectura. Ella mira sonriente, a punto de asignar la tarea.
—Vamos a interpretar...

Fluyen, en el aire, los pensamientos no dichos, sobreentendidos.

Interpretar. ¡Ah! Si ella hubiera dicho “el gis es blanco” no sería necesaria ninguna interpretación. La interpretación es algo que se dice después de oír una cosa confusa. Luz que se enciende en la oscuridad. Este hilo aceitoso que escurre por la barbilla del niño, y escurre por la calle, y escurre por la ciudad, por supuesto que necesita ser interpretado. En caso contrario, un alma desinformada llamaría a los bomberos para limpiar y los choferes comenzarían a derrapar en el aceite que se untó en el asfalto. Es preciso decir que eso es una figura del lenguaje. Una cosa dicha de forma nebulosa, porque el escritor, pobre hombre, no se acordó de las palabras claras y distintas. Si hubiera leído sobre Descartes, seguramente no se habría dedicado a la poesía. Preferiría el habla científica, los análisis de los dolores, cada cosa en su lugar, los aceites en los recipientes y en los estómagos, y en la calle los paquetes enmarañados de cigarros, las llantas, las tarjetas de visita. El remedio aceitoso no vive allí. Pobre poeta. Confuso. Vamos en su auxilio, interpretaciones a la orden. Para espantar las brumas y poner luz en la sombra.

Interpretación: el poeta describe una escena nocturna, de un niño enfermo que toma un remedio aceitoso. Accidentalmente, éste se derrama sobre su barbilla. Sus palabras indican que tal escena perturbó sus sentimientos. Tanto así que tiene alucinaciones, visiones del remedio que se esparce sobre la ciudad y del niño llenando el mundo entero. Debe ser una pesadilla.

¡Ah! Como son mejores las palabras claras y distintas. Dicen las cosas tal como son realmente, sin deseo y sin emoción. Antes, al leer el poeta, la viscosidad del remedio lamía las manos de la gente, y el quejido débil del niño retorcía nuestros nervios. Pero ahora, desapareció la confusión. Todo mundo sabe que el texto con palabras claras y distintas debe ser mejor que el texto confuso. Por lo tanto, podemos dejar definitivamente el poema en la papelera y quedarnos con la interpretación…

Sólo que parece que algo se perdió. Antes, el texto pedía ser repetido. Y yo lo leía y releía, y cada vez que lo hacía, el cuerpo entero me dolía, nostalgia, neuralgia, nerviosismo… ¡Ah! El poema me entraba en la carne y me hacía estremecer. Ahora, la interpretación se encuentra en la gaveta. Definitiva. Léase una vez. Nunca más. No puede ser repetida. No deseo volver a ella.

Cosa extraña: que sean justamente las palabras oscuras y misteriosas del poema las que me seducen, mientras las otras, verdaderas y exactas, me dejan inerte.

No, los poemas no son para ser interpretados. El texto claro no es mejor que el texto oscuro. Ciertamente, una idea nebulosa es mejor que dos de claro sol. Porque las ideas luminosas ponen fin a la conversación, mientras que las nebulosas invitan a intercambiar confidencias.

Interpretar: decir aquello que el autor quería decir, pero no dijo. Interpretamos el poema, el cuadro, la música… “Lo que quiso decir era…”. La arrogancia de quien sabe más. Los poemas no son para ser entendidos. Quien entiende no entendió. Los poemas son como cosas: viejos árboles, a cuya sombra nos sentamos, sin entender. Caquis translúcidos que chupamos, lamemos, mordemos, sin interpretar. Rostro al que apoyamos es el nuestro, sin decir una sola palabra clara y distinta, porque esto rompería el encanto.

Una vez estaba con mi hermano. Y conversábamos sobre las cosas de la vida, la religión y la poesía, cuando él, de repente, me preguntó: —Rubem, ¿realmente crees en las cosas que escribes?

Claro que es medio difícil creer, porque hace mucho que luché con Descartes, huyo de las ideas claras y distintas, prefiero las palabras que dejan al lector con esa extraña sensación de no saber si entendió o no, porque no es para ser entendido… Creer en la poesía, ¿es posible? Allí, frente a ambos estaba la botella de vino, el rojo luminoso del vaso eucarístico de Salvador Dalí, muchos lugares, michas lluvias, muchos cantos solitarios de pájaro en cada vaso. Tomé el vino y pregunté: —¿En qué necesitas creer para tomar el vino?
Medio espantado, respondió:
—En nada, es claro. Basta el vino. Es bueno, bonito, produce alegría…

Agregué:
—Lo mismo pasa con las palabras. No es necesario creer. Creer es algo de la cabeza. Pero las palabras son para el cuerpo. “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra…”. Tomamos el vino no porque creamos en él sino por lo que hace con nuestros cuerpos.


Para quienes viven en el cuerpo, la palabra es algo que se recibe como quien come una uva. Algo para comer y beber. Nos quedamos con ella por lo que hace con nosotros. Las cosas buenas que despierta en lo más profundo, la alegría, el cuerpo que se expande para sentir los dolores y las esperanzas de los demás… ¿No fue eso lo que hizo el poema? Nos sentimos bien allí, en el cuarto, en la noche, en el muérdago, en el llanto… Las palabras hacen crecer nuestro cuerpo, nuestros ojos, los oídos, la nariz, la boca... Todo se hace más sensible. Olores nuevos, murmullos en los oídos, colores y gestos, mundos submarinos que ahora se ven. Decían Gandhi y Tagore que las masas hambrientas esperan un poema, poema que es alimento… Dirán que es magia. Eso mismo… La interpretación es el bisturí del cerebro que recorta la palabra. Y todo que se queda como era. Pero el poema es una palabra mágica que llama la vida escondida en nosotros.

viernes, 16 de septiembre de 2016

"Ele escrevia para melhorar a vida", diz filha sobre obra de Rubem Alves

14/09/2016 07h00 - Atualizado em 14/09/2016 07h00

Escritor completaria 83 anos nesta quinta-feira (15); ele morreu há 2 anos.

Ele foi um dos maiores intelectuais do país e deixou textos em várias áreas.




http://g1.globo.com/sp/campinas-regiao/noticia/2016/09/ele-escrevia-para-melhorar-vida-diz-filha-sobre-obra-de-rubem-alves.html
Do G1 Campinas e Região

Escritor e teólogo, Rubem Alves completaria 83 anos, em 2016 (Foto: Instituto Rubem Alves)Escritor e teólogo Rubem Alves completaria 83 anos em 2016 (Foto: Instituto Rubem Alves)
"Houve um tempo em que fui criança como vocês. Mas o tempo passa e aquilo que era deixa de ser. O tempo é isto: o poder que faz com que coisas que existem deixem de existir para que outras, que não existiam, venham a existir", escreveu o poeta, cronista, teólogo, filósofo, psicanalista e educador Rubem Alves em um de seus livros. Veja Galeria de Fotos.
Há dois anos, o escritor, que é considerado um dos maiores intelectuais do país, morreu emCampinas (SP), onde viveu por muitas décadas. Nesta quinta-feira (15), Alves completaria 83 anos.
Para relembrar momentos da vida e da carreira do educador, o G1 conversou com a filha caçula dele, Raquel Alves, que deixou a arquitetura para manter viva a memória do pai no Instituto Rubem Alves, em Campinas. "Ele escrevia para melhorar a vida que incomodava e machucava. Não havia um plano para isso”, explica.
Ele percebeu que tudo o que ele produzia era muito duro e ligado ao academicismo. Então, ali, ele decidiu que escreveria apenas o que o coração pedisse"
Raquel Alves, filha
Escrever com coração
E foi de forma não programada que os textos do escritor que falavam sobre a vida surgiram em sua trajetória.
Eles vieram apenas após o nascimento de Raquel. Antes, Alves tinha uma carreira totalmente voltada para o mundo científico. Ele se dividia entre as aulas na Unicamp e na Universidade de Rio Claro.
Mas, tudo mudou após a chegada da filha caçula. Segundo Raquel, já na sala da maternidade, ele começou a repensar seu trabalho. “Ele percebeu que tudo o que ele produzia era muito duro e ligado ao academicismo. Então, ali, ele decidiu que escreveria apenas o que o coração pedisse”, explica.
Raquel ressalta ainda que quando ela tinha 5 anos, o pai defendeu sua livre docência em filosofia política na Unicamp e que, a partir disso, se sentiu mais livre para tratar de diferentes assuntos. “Isso deu a segurança de que ele não seria demitido. Ele tinha mais liberdade para falar o que quisesse”, destaca.
Por isso, em 1982, ele produziu suas sete primeiras histórias infantis, e a partir disso, iniciou uma vasta produção de livros. "Eu vejo que ele estava entalado e começou a produzir e resultou em um estouro. Essa foi uma época de produção constante [...] nessa época ele já estava livre, então ele se dedicou à escrita e dava muitas palestras”, conta.
E mesmo se dedicando fielmente à carreira ao longo de sua vida, Raquel ressalta que o pai nunca deixou que ela e os dois irmãos se sentissem sozinhos. “Ele era um pai muito ocupado, viaja e trabalhava muito. Mas, no momento em que ele estava com a gente, ele estava inteiramente. Por mais que ele viajasse e a gente sentisse saudade, nunca teve uma sensação de vazio, porque ele preenchia muito a gente”, lembra.
Rubem Alves ao lado de um ipê amarelo (Foto: Instituto Rubem Alves)Rubem Alves ao lado de um ipê amarelo (Foto:
Instituto Rubem Alves)
Paixão por ipês amarelos
A filha conta também que durante a vida o pai sempre demonstrou uma paixão especial por ipês amarelos.

"As outras árvores fazem o que é normal – abrem-se para o amor na primavera, quando o clima é ameno e o verão está pra chegar, com seu calor e chuvas. O ipê faz amor justo quando o inverno chega, e a sua copa florida é uma despudorada e triunfante exaltação do cio", escreveu Alves em um de seus textos.
Para o escritor, os ipês ensinavam lições para pessoas, que deviam se abrir para o amor, também, durante o inverno. Além disso, ele afirmava que a árvore ressaltava a exuberância da vida.
A paixão por essa árvore era tão forte, que antes de morrer, o escritou entregou uma carta de 10 páginas aos filhos dizendo que gostaria de ser cremado e que suas cinzas deveriam ser jogadas embaixo da sombra de um ipê amarelo enquanto seriam lidos textos de seus poetas preferidos, como Cecília Meireles e Fernando Pessoa. Segundo a filha, o pedido foi atendido integralmente.
Legado
De acordo com Raquel, durante toda sua vida, Alves sempre teve uma preocupação grande com suas obras, que ele considerava como filhos. “Ele tinha consciência de que tinha muito livro, muito material e que alguém teria que cuidar. [...] Ele sempre falava para mim, alguém tem que cuidar da minha obra", lembra.
A filha afirma ainda que o escritor só morreu depois que teve certeza que suas obras estavam em segurança. "O sonho dele era que a obra dele fosse cuidada. Era que tudo que ele plantou não morresse junto com ele e o instituto foi o formato encontrado. Tanto foi isso que quando ele recebeu o instituto [...] ele partiu 51 dias depois", contou a filha.
Mineiro
Rubem Alves nasceu no dia 15 de setembro de 1933 em Boa Esperança, no Sul de Minas Gerais, mas morou boa parte de sua vida em Campinas.
Ele foi educado em família protestante e estudou teologia no seminário Presbiteriano do Sul. Virou pastor de uma comunidade presbiteriana no interior de Minas e casou com Lídia Nopper, com quem teve os filhos Sérgio, Marcos e Raquel.
"A vida dele em Lavras como pastor era cuidar dos pobres e das pessoas que procuravam ele, sem querer catequizá-los, simplesmente dar cuidado e amor", conta a filha.
O autor afirmava que descobriu que podia escrever para crianças ao inventar histórias após o nascimento da caçula.
Rubem Alves com 3 meses de idade (Foto: Instituto Rubem Alves)Rubem Alves com apenas três meses de idade
(Foto: Instituto Rubem Alves)
Em 1963, viajou para Nova York para fazer uma pós-graduação. Retornou à paróquia em Lavras (MG), no período da ditadura militar, e foi listado entre pastores procurados pelos militares.
“As listas de acusações eram absurdas, coisas do tipo que ele obrigava meus irmãos a escreverem em rótulos de Nescau blasfêmias contra Deus, sendo que meus irmãos nem eram alfabetizados naquela época”, conta.
Depois disso, saiu com a família do Brasil e foi estudar em Princeton, também nos Estados Unidos, onde escreveu a tese de doutorado, que foi publicada em 1969 por uma editora católica com o título de 'A Theology of Human Hope' (Teologia da Esperança Humana).
Retornou ao Brasil em 1968 e saiu da Igreja Presbiteriana. No ano seguinte foi indicado para uma vaga de professor de filosofia na atual Unesp, onde permaneceu até 1974. No mesmo ano, entrou no Instituto de Filosofia da Unicamp, onde fez uma longa sua carreira acadêmica até se aposentar na década de 1990. Em 1984 iniciou o curso para formação em psicanálise e teve uma clínica em Campinas até 2004.
Sarau
Nesta quinta-feira, para homenagear o poeta, o Instituto Rubem Alves, que fica no Jardim Chapadão, irá promover um sarau gratuito com música, sopa, vinho e poesia, como o escritor gostava, a partir das 20h.
Interessados em participar devem fazer inscrição antecipadamente pelo telefone 3386-0704.
Rubem Alves com sua filha Raquel  (Foto: Cláudio Araújo)Rubem Alves com sua filha Raquel (Foto: Cláudio Araújo)

sábado, 3 de septiembre de 2016

Jairo Marques, Biografia póstuma descreve sede por liberdade de Rubem Alves (2015)


Biografia póstuma descreve sede por liberdade de Rubem Alves


Passado um ano da morte do escritor Rubem Alves (1933-2014), seus admiradores podem ter uma oportunidade valiosa: experimentar a impressão de que estão conversando com o consagrado educador e colhendo dele um pouco mais de suas histórias, conceitos relativo à vida e detalhes de sua trajetória.
Em "É uma Pena não Viver - Uma Biografia de Rubem Alves" (editora Planeta), Gonçalo Junior, com vastos elementos de pesquisas, constrói o ambiente que acolheu a infância de Rubem, no interior mineiro, passando por sua formação intelectual, pela vida religiosa e por sua obsessão por liberdade.
Maria do Carmo/Folhapress
O escritor Rubem Alves em sua casa em Campinas, em retrato feito em 2005
O escritor Rubem Alves em sua casa em Campinas, em retrato feito em 2005
Ao longo de suas 477 páginas, a obra -autorizada pela família- entrelaça o trabalho de campo do autor, que fez 30 entrevistas e contou com documentos inéditos repassados pelo Instituto Rubem Alves, com interferências de trechos de crônicas e declarações de Rubem.
"Tive muita preocupação com os fragmentos de memórias usados. Não poderia criar um descompasso com a poética e com o modo de falar do Rubem", afirma o autor.
O espírito contestador do escritor é respeitado até na explicação de como ele ganhou paixão pela leitura, em trecho literal de sua fala.
"Não aprendi com a gramática. Dizem que os jovens não gostam de ler. Mas como poderiam amar a leitura não houvesse alguém que lesse para eles. Aprende-se o prazer da leitura da mesma forma que se aprende o prazer da música: ouvindo."
Do traumatizante bullying sofrido no colégio devido a seu sotaque carregado e pela condição de pobreza na infância, passando pela questionadora carreira de pastor da igreja Presbiteriana, pela perseguição e pavor vividos durante a ditadura militar até o mergulho no universo da educação e da humanização, o livro vai formando o "encantador de palavras".
"Cinco anos antes de morrer, Rubem fez um roteiro para um documentário sobre a sua vida, que acabou não sendo rodado. Tive acesso a esse documento e procurei seguir aquele caminho. Ele havia reprovado duas biografias anteriores, mas penso que ele iria concordar com a minha", diz Gonçalo Junior.
Parte densa da obra é dedicada a um período de intenso sofrimento para o professor -que fez carreira na Unicamp e foi um dos palestrantes sobre educação mais importantes do país-, o da ditadura (1964-1985).
Segundo o autor, "a fase foi muito importante, porque Rubem se viu acuado, censurado. Passou por dificuldades financeiras e teve de se exiliar nos EUA. Sofreu pressão tanto de militares como da própria igreja de que era pastor."
O escritor com sua veia mais engraçada, como defensor das diferenças e de valores humanos, tal qual conheceram mais de perto leitores desta Folha, onde Rubem foi colunista por três períodos, a partir da década de 1980, aparece com mais força a partir do capítulo nove.
Em "Histórias para Raquel Dormir", uma referência aos contos infantis criados pelo filósofo para a filha, Rubem começa a surgir com mais lirismo e com mais momentos emotivos. Mesmo assim, seguem na caracterização os ideais de liberdade e a crítica do "não viver" plenamente.
"O livro se chama 'É uma Pena não Viver' porque, para Rubem, não bastava existir, era preciso aproveitar tudo o que a vida proporcionava de maneira intensa. Ele foi subversivo até o fim", diz Gonçalo.

É UMA PENA NÃO VIVER
AUTOR Gonçalo Junior
EDITORA Planeta